FEDERICO GARCIA LORCA, CON SU AMIGO, UN JOVENCÍSIMO SALVADOR DALÍ |
Hoy, 82 años después, el pueblo
español sigue muy necesitado de cultura (y para no confundir, no me refiero a
folklores, o estúpidas “multiculturalidades” de ideologías o religiones de
fanáticos a las que la casta actual les ha abierto las puertas de nuestro país
y que son opresoras del ser humano, sino en la esencia de la educación libre en
sí); pero afortunadamente cada vez más tenemos el recurso de del genial invento
Internet, que al ser la mayor biblioteca y fuente de conocimiento mundial,
facilita todo ese alimento del alma al que hacia referencia el gran poeta
granadino, y que lo pedía insistentemente el gran escritor ruso Fedor
Dostoyevsky, mientras estaba deportado en un gulag siberiano y sufría hambre,
sed y soledad . No
obstante, no es nada frecuente oír a nuestros políticos reivindicarlo, y una
vez en el poder, facilitar los medios para que sea posible y al alcance de todo
el pueblo esa educación tan necesaria. Es sabido que tradicionalmente al poder no
le interesa tener un pueblo culto, ya que aborregado y en la semi-ignorancia es
mucho más fácil de dominar y manipular, para ser, tal como exponía el propio
Federico García Lorca “máquinas del Estado y esclavos de un orden social
impuesto”. Por eso existe tanta pobreza en lo cultural e intelectual, y sobra
competitiva industria del entretenimiento con la televisión-basura. En la
prioridad de todo buen político que se precie, debería estar siempre acabar con
la lacra del hambre (falta de empleo digno) y de la falta de educación que de
poder tenerla sentaría las bases de ser en un pueblo más civilizado que nos
acerca más a obrar bien y por ende ser un pueblo más feliz y con una mayor
calidad de vida. Os dejo con ese discurso, que es mucho mejor que cualquiera de
los habituales de nuestros mediocres y apoltronados parlamentarios, y que
conste que por entonces nuestro cultísimo Federico García Lorca tan sólo tenia
33 años.
DISCURSO
DE FEDERICO GARCÍA LORCA AL INAUGURAR LA BIBLIOTECA DE SU PUEBLO:
Medio Pan y un Libro.
Discurso de Federico García Lorca al Pueblo de Fuente de Vaqueros (Granada). Septiembre 1931.
“Cuando alguien va al teatro, a un
concierto o a una fiesta de cualquier índole que sea, si la fiesta es de su
agrado, recuerda inmediatamente y lamenta que las personas que él quiere no se
encuentren allí. ‘Lo que le gustaría esto a mi hermana, a mi padre’, piensa, y
no goza ya del espectáculo sino a través de una leve melancolía. Ésta es la
melancolía que yo siento, no por la gente de mi casa, que sería pequeño y ruin,
sino por todas las criaturas que por falta de medios y por desgracia suya no
gozan del supremo bien de la belleza que es vida y es bondad y es serenidad y
es pasión.
Por eso no tengo nunca un libro, porque
regalo cuantos compro, que son infinitos, y por eso estoy aquí honrado y
contento de inaugurar esta biblioteca del pueblo, la primera seguramente en
toda la provincia de Granada.
No sólo de pan vive el hombre. Yo, si
tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que
pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí violentamente a los que
solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las
reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está
que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Que gocen todos
los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas
al servicio de Estado, es convertirlos en esclavos de una terrible organización
social.
Yo tengo mucha más lástima de un hombre
que quiere saber y no puede, que de un hambriento. Porque un hambriento puede
calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o con unas frutas, pero un
hombre que tiene ansia de saber y no tiene medios, sufre una terrible agonía
porque son libros, libros, muchos libros los que necesita y ¿dónde están esos
libros?
¡Libros! ¡Libros! Hace aquí una palabra
mágica que equivale a decir: ‘amor, amor’, y que debían los pueblos pedir como
piden pan o como anhelan la lluvia para sus sementeras. Cuando el insigne
escritor ruso Fedor Dostoyevsky, padre de la revolución rusa mucho más que
Lenin, estaba prisionero en la Siberia, alejado del mundo, entre cuatro paredes
y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita; y pedía socorro en carta a
su lejana familia, sólo decía: ‘¡Enviadme libros, libros, muchos libros para
que mi alma no muera!’. Tenía frío y no pedía fuego, tenía terrible sed y no
pedía agua: pedía libros, es decir, horizontes, es decir, escaleras para subir
la cumbre del espíritu y del corazón. Porque la agonía física, biológica,
natural, de un cuerpo por hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la
agonía del alma insatisfecha dura toda la vida.
Ya ha dicho el gran Menéndez Pidal, uno
de los sabios más verdaderos de Europa, que el lema de la República debe ser:
‘Cultura’. Cultura porque sólo a través de ella se pueden resolver los
problemas en que hoy se debate el pueblo lleno de fe, pero falto de luz."