Ayer se reunieron en La Moncloa el gobierno (Mariano Rajoy y
la ministra Báñez), los líderes de las dos principales centrales sindicales, y
el jefe de la patronal, con el objetivo de discutir sobre cómo arreglar el
paro. Desde luego no hubo acuerdo alguno. Estos señores no sólo no pueden
arreglar el paro, sino que además ni representan en lo más mínimo a ninguno de
los que sufren la exclusión y el drama del paro.
Últimamente se critica mucho las políticas de austeridad
basada en subidas de impuestos y recortes de derechos (que naturalmente cuestan
dinero al contribuyente) para pagar las deudas derivadas de los abusos
presupuestarios que aplicaron la misma casta política, y se propone “políticas
de crecimiento”. En realidad ninguna “política de austeridad ni de crecimiento”
podría funcionar si no se bajan los impuestos y se liberaliza completamente el
mercado laboral, con lo que esto último ha de suponer de estimular el flujo y
la circulación de capitales privados de los ahorradores destinados a la
inversión, al consumo y al gasto particular en servicios (que es lo que genera
los puestos de trabajo). Como tampoco podrían funcionar esas medidas mientras
en España el "Bienestar del Estado" (es decir, un Estado hipertrofiado,
con una organización política y administrativa monstruosamente matodóntica) se
esté comiendo al "Estado del Bienestar" y siga costando un dineral
cada día en impuestos a los ciudadanos: ¿de verdad es necesario seguir
sosteniéndolo?, ¿no es por aquí por donde habría que empezar a recortar y
eliminar?. Basta ver que en las administraciones locales hay 8.117 municipios,
41 diputaciones, 3 diputaciones forales, 4 consejos y 7 cabildos insulares. El
Estado lo componen 19 comunidades autónomas. Entre todas y la Administración
Central hay 2.372 empresas públicas, 626 fundaciones y 1.055 consorcios, con
todo lo que representa de millones de funcionarios y políticos, aparte de los
cientos de miles de demás personal improductivo colocado a dedo (enchufados)
por los mismos políticos, que en total suponen entre 3 y cuatro millones de
personas a nómina del Estado, cuando en la época del dictador Francisco Franco
no se llegaba al medio millón de funcionarios (y eso de que en comparación
tampoco habían los medios informáticos que agilizaran y simplificaran con toda
rapidez cualquier tipo de trámite). Sobran funcionarios y políticos
improductivos, sobran inútiles leyes, y con ellos sobran multiplicadas,
costosas e improductivas burocracias.
¿Y cómo mantenemos a los pensionistas, servicios públicos
como educación, sanidad, justicia, policía, carreteras, etc…?. Con la mejor de
las reformas fiscales que ni siquiera hace falta inventarla, pues hace siglos
que se inventó y siempre fue la más justa y la que mejor funcionó: los
gravámenes sobre el lujo, y nunca sobre las rentas del trabajo o las
inversiones que suponen creación, generación o mantenimiento de puestos de
trabajo, así como tampoco gravar el ahorro que cuesta sudarlo y guardarlo. El
trabajo es lo que genera más riqueza, y a través de esto el país prospera, el
trabajador tiene curro, se ensancha y agranda la clase media, y los ricos se
vuelven aún más ricos gracias al crecimiento y a la riqueza que ello genera,
con lo cual ello lleva a que se consuma en mayores lujos, que es finalmente
hacia donde deben de imponerse el peso de los impuestos sobre las distintas
clases de lujo: en cochazos, ropa de visón, restaurantes de 5 tenedores,
mansiones o viviendas que superen los 500.000 euros, yates, aviones o helicópteros
privados, joyas, relojes de oro, etc…., de lo cual está estudiado y comprobado
que cubriría de sobras el mínimo de gastos sociales básicos e imprescindibles.
Que en definitiva se trata de que los impuestos los puedan pagar los que más
tienen, y además les sobra cuando pueden permitirse los lujos. Y si los
servicios públicos pueden privatizarse, mejor, ya que entran en el juego de la
libre competencia, con servicios más eficaces y precios mejores, sin que los
costes tengan que recaer sobre los contribuyentes con la carga de impuestos que
ello supone.
Ni gobierno, ni sindicatos ni
patronales subvencionadas por el mismo gobierno (a través de nuestros
impuestos) pueden crear los empleos que nuestro país necesita. Los puestos de trabajo sólo los pueden crear los particulares que
inviertan, y para que eso sea posible no solo no se les puede ahogar a base de
impuestos y toda variedad de normativas burocráticas, sino que además precisan
garantías judiciales de que sus propiedades y derechos van a ser respetados.
Con lo cual el mucho ruido y pocas (por no decir
ninguna) nueces del gobierno y los mal llamados “agentes sociales”, de casi
nada sirven.
Siempre he dicho que los impuestos y las absurdas normativas
son los peores enemigos de los emprendedores, de los que tienen ideas para
arriesgarse en crear puestos de trabajo. Y si el emprendedor no se puede sentir
seguro y tranquilo en nuestro país, no se arriesga ni se crean esos puestos de
trabajo que buena falta nos hacen para que nuestro país pueda prosperar y salir
adelante. Y eso es lo que ocurre actualmente en España. Para ilustraros un
ejemplo de los miles que hay en nuestro país, os pongo este video a modo de
muestra, y que se publicó hace un mes en el You Tube, sobre la iniciativa del proyecto
“BICIBAR”, que trataba sobre un bar
turístico circulando por Barcelona (algo que ya había funcionado en otras
capitales europeas, y totalmente legal), y en ese vídeo sus promotores nos
explican las absurdas razones por las que no pudieron llevar a cabo su
proyecto, con la creación inicial de 11 puestos de trabajo. Da para reflexionar
sobre otros tantos numerosos ejemplos en nuestro país con una vergonzosa casta
política y funcionarial que pone palos a las ruedas a todos aquellos que tienen
ideas para crear puestos de trabajo, pero que para colocar a sus amigos en los
puestos públicos pagados con nuestros impuestos, para eso no ponen trabas. En
fin, que al final esos emprendedores, después de gastarse inútilmente un buen
dineral y acabar arruinados, tuvieron que desistir y abandonar el proyecto
después de numerosas quejas y de luchar contra las numerosas trabajas
burocráticas, con lo que al final se impidió el desarrollo económico y el
trabajo que iban a crear esos emprendedores. Pensar que para obtener la
licencia necesitaron ¡280! días, y por su fuera poco, luego les surgirían
nuevas e inesperadas trabas burocráticas. Y mientras tanto nos siguen friendo a
impuestos y tasas, nos cargan el coste de unas administraciones inútiles,
ineficaces y sobredimensionadas, con lo que además supone de asfixiarnos con
unos trámites burocráticos absurdos: da un tremendo asco de casta política y
funcionarios, y una idea sobre el triste futuro que nos espera si seguimos en
esta línea. ¿Alguna esperanza para que cambie la cosa?, a decir verdad, si todo volviera a aquellos
tiempos en los que cualquier chaval que se pudiera poner a vender periódicos
por las calles con los que ganarse las perras podía llegar a presidente de
algún Estado Unido, si cualquiera pudiera libremente venderles latas frescas de
refrescos a los turistas de la playa llevando su nevera a cuestas, si
cualquiera pudiera limpiar las botas, si cualquiera pudiera utilizar su propio
coche como herramienta de trabajo para ejercer libremente de taxista, si
cualquier trabajo pudiera ejercerse libremente sin estúpidas licencias ni
insultantes impuestos,…si se dejara trabajar libremente a cualquiera sin
machacarle a impuestos ni a obligaciones de requisitos normativos,…. en nuestro
país la gente empezaría por sí misma a trabajar de verdad, y con ello a generar
riqueza y a prosperar, y sería el propio mercado (que somos todos) los que
pondrían las cosas en su sitio, favoreciendo la buena relación precio-calidad,
y marginando a aquellos que ofrecieran malos servicios. Naturalmente los vagos
y los parásitos serían los grandes excluidos sociales,….pero ¿es que queremos
un país de vagos y de inútiles parásitos?. ¿Problemas de que dieran “gato por
liebre” al no existir normativas?, pues cualquiera puede ir a un tribunal a
demandar, y que sea un juez el que resuelva en justicia. Pero no podemos
multiplicar las cosas con absurdas normativas y demás exigencias burocráticas,
ya que eso en sí provoca desconfianza y destruye la iniciativa emprendedora que
es la que genera los puestos de trabajo, pero si es preciso tener sentido
común, así como sentido de la decencia y la honradez, que es lo que ya teníamos
en el pasado, cuando todavía se respetaban ciertos valores. Nadie trabaja si no
se respetan las condiciones con las cuales cada cual pueda disponer del fruto y
recompensa de su propio trabajo, y eso último no lo podemos castigar a base de
impuestos y normativas burocráticas. Enfín, os dejo el vídeo para que lo veáis
y luego podáis juzgar por vosotros mismos, y entenderéis por qué aquí en España
es casi imposible crear puestos de trabajo, y lo que es peor: es por culpa de
la casta política: