La expulsión y defenestración de Tomás Gómez por parte de
Pedro Sánchez en el PSOE, aunque sea por motivos de sospechas de corrupción y
de ya no ser rentable electoralmente el ex alcalde de Parla, no es más que un
reflejo de lo que ocurre internamente en todos los partidos cara a la obtención
de los mejores puestos en las listas electorales para las municipales y
autonómicas que se avecinan. Todos los "liberados" de todos los
partidos (es decir, los que viven a costa del partido -que se financia más con
el dinero público que no con las cuotas de militantes-), cuando no del resto de
la militancia, purgan y se disputan a cualquier precio por la obtención de los
primeros puestos con los que puedan obtener más posibilidades de conseguir
representación, es decir, los puestos de alcalde, concejal, o diputado, por los
suculentos sueldos y demás prebendas que eso supone y que se votan ellos mismos
para lucrarse. Digamos, pues, que priman los intereses personales, que no los
intereses del electorado, que ya tiene bastantes problemas que soportar y que
reclaman unas soluciones que no sólo nunca llegan, sino que las cosas en
general acaban empeorando con más impuestos y mayor malestar social, con el
añadido de más a la tragedia nacional.
Esto precisamente llama la atención sobre el sistema
electoral que tenemos en España, que ha convertido las instituciones del Estado
en el negocio particular de unos cuantos listos de turno que controlan los
aparatos de sus propios partidos y que se aprovechan cada vez que hay
elecciones, con la lotería a repartir entre los elegidos. Razón de más para
pensar de que en nuestro país conviene más un sistema electoral de listas
abiertas, en el que los ciudadanos puedan elegir directamente a los candidatos
en función de sus méritos y capacidades demostradas. Sería una democracia mucho
más representativa para los ciudadanos, que no esta actual democracia de farsa,
en la cual los políticos lo primero para lo que están, es para lucrarse todo lo
que se pueda con el cargo, y no malvivir con un trabajo precario e inseguro en
la empresa privada como les ocurre a la mayoría de los ciudadanos. Por eso cada
vez que hay elecciones, los dirigentes de los partidos hacen apuestas para
poder conseguir y repartir la lotería del cargo que les toque, y de ahí que
hayan tantos aspirantes, tantas disputas y tantas peleas internas, en las que
si fulano va en este puesto de la lista, se convierte en un problema muy serio
para mengano que igual aspiraba y considera que se merecía el puesto del otro.