lunes, 9 de febrero de 2015

EL DILEMA DEL PETRÓLEO Y LA POLÍTICA ENERGÉTICA EN ESPAÑA


En los momentos que estoy escribiendo ese artículo, el precio del barril de Brent se sitúa por debajo de los 60 dólares, cuando hace pocos días llegó a cotizar por debajo de los 50 dólares, y siendo su pico máximo en mitad del año 2008 que llegó hasta aproximadamente los 140 dólares y coincidió con el estallido de la burbuja financiero-inmobiliaria.

 

Esta fuerte bajada del precio del petróleo se supone que se tendría que trasladar al precio de los carburantes con los que llénanos el depósito del coche, pero estos apenas han experimentado una bajada que no se notó ni en un 4%. ¿A que se debe eso?, sin duda alguna a la codicia recaudatoria que tiene muy gravados en forma de impuestos los carburantes, dejando muy poco margen como para notar bajadas.

 

Pero a qué se debe esa polémica bajada del precio del petróleo. Pues se supone que a los países productores del petróleo de la mejor calidad, sobretodo los que forman la OPEP, y en especial Arabia Saudita, notan los efectos de la crisis económica y pretenden estimular la economía mundial bajando los precios para que de nuevo se reanime el consumo y la economía vuelva a arrancar. Son muchos los intereses económicos que los países petroleros, en especial los árabes, tienen metidos con las empresas europeas, y estamos en unos momentos que les interesa que muchos países empiecen a salir de la recesión. Y si las empresas europeas no ganan porque la economía está estancada, tampoco ganan los inversores árabes del petróleo. Y manteniendo bajo el precio del petróleo, se busca reanimar de nuevo la economía mundial, que vuelva a generar beneficios, y cuando sea así ya se preocuparan de subir otra vez el petróleo y obtener las jugosas ganancias de cuando el precio del crudo estaba en máximos.

 

Además, por lo que ido leyendo en diversas fuentes de información, los países árabes petroleros con su sensible bajada del precio tienen otros propósitos tales como:

- Hacer que no sea rentable el freaking ( petróleo que sale de las piedras), que empezaba a desarrollarse mucho en Estados Unidos y otros países.

- Que los proyectos de buscar nuevos yacimientos de petróleo en otros lugares del mundo se abandonen, porque a precios bajos, no resultaría rentable los costos de su extracción y refinado. A pesar de que se decía que cada vez era más escaso el petróleo, lo que está claro al final es que de momento las reservas de petróleo parecen abundantes, y lo mismo los yacimientos de hidratos de metano (fuente energética alternativa mucho más abundante que la del petróleo, pero muchísimo más contaminante del medio ambiente y con peligrosos efectos invernadero).

- Conseguir que el gran rival del petróleo, el coche eléctrico no se desarrolle ni se produzca, gracias al precio bajo del petróleo.

 

Es decir, el todopoderoso holding del petróleo árabe busca debilitar a la competencia del propio petróleo de otros países rivales (en especial Rusia que tantas trabas pone en la expansión del islam, y Venezuela que tiene las mayores reservas mundiales pero un sistema político corrupto que impide su correcta explotación) y con otros sistemas de extracción, bajando sus precios y confiando en sus enormes reservas del petróleo de la mejor calidad a escala mundial, y por otro lado busca que se reactiven las empresas europeas donde tienen fuertes intereses económicos, estimulando un arranque de la economía. Eso lo podrán aguantar durante un tiempo, y cuando la competencia del otro petróleo rival y el peligro del coche eléctrico haya quedado muy debilitada, unido a un nuevo crecimiento económico que dicha bajada del petróleo haya provocado, de nuevo volverán a subir el precio del crudo y obtener nuevas suculentas ganancias que les proporcione gran poder económico, que de alguna manera pueda ayudar en el otro objetivo político que es financiar y facilitar la expansión del islam por el resto del mundo, en especial por Europa, adquiriendo mayor hegemonía a nivel mundial .

 

¿Qué tiene que hacer España ante este escenario?. Primero de todo, tomar conciencia de que ninguna dependencia energética del exterior es buena.  Durante los 36 años que duró la dictadura del Caudillo Francisco Franco, en España se construyeron 280 embalses y pantanos por todo el territorio nacional, que proporcionaron agua y electricidad. Pero casi 40 años después de la muerte de Franco en 1975, en España sólo consta que se terminaron 2 pantanos, que ya estaban a medio construir en 1975, lo cual es un absurdo que nos ha abocado a la crónica dependencia energética, hasta tan punto que incluso le compramos la electricidad que Francia genera con sus centrales nucleares. En realidad algo falla por aquí y huele mucho a podrido que en ningún momento se hayan aplicado acciones de política de desarrolo energético que favorezcan los intereses de los españoles, en vez de intereses políticos particulares que se traducen con la presencia de ex presidentes de gobierno y ex ministros en los consejos de administración de las compañías de energía y electricidad.

 

La gran ventaja de España es que somos un país de relieve montañoso y se puede aprovechar para seguir construyendo más embalses y pantanos que generen agua y electricidad abundante, aparte de la energía eólica que como sabemos resultó un gran fracaso por la mala política de las subvenciones gubernamentales que ha encarecido enormemente la factura de la electricidad, cuando podría ser abundantísima y baratísima, si se hubieran hecho bien las cosas.

 

E igual si podemos ser una gran potencia hidráulica, con abundante agua y electricidad, eso debería de llevarnos al desarrollo y perfeccionamiento del coche eléctrico con recarga de sus baterías con electricidad abundante y barata al abasto de todos, haciendo que no se tenga que depender en absoluto del petróleo exterior que siempre se fijan los precios a conveniencias del país productor (sobretodo los árabes). Depender en energía del exterior, es siempre malo, y España dispone de suficientes recursos propios como para no tener que soportar esa dependencia, e incluso hacer que sea el país con más abundancia de agua y electricidad. Y en este sentido deberían de ir centrados nuestros esfuerzos.


La otra trampa es, los enormes impuestos que se recaudan a costa de la electricidad, el agua y los hidrocarburos, cuando en realidad en agua y la electricidad en España podría ser muy abundante y barata, si hubiera clara voluntad política en ello, que igual con ello acompañaría sensible mejora económica para nuestro país. Algo falla en ese sentido y tendría que corregirse.