El pasado viernes 26 de abril, el gobierno de Rajoy nos
trajo otra de esas nefastas novedades que ya empiezan a ser habituales: más
maltrato para el conjunto del pueblo español, ninguna solución a medio y largo
plazo, y además reconociendo que no les va a ser posible arreglar el paro. Y
además es que aparentemente ya no gobierna: son otros ineptos de Bruselas los
que les marcan las pautas y las directivas que hay que seguir para lo que más
les interesa en Bruselas: que se rebaje al máximo el déficit público para que
de alguna manera los mercados internacionales puedan recuperar algo más de
confianza, pero sin tener en cuenta que para reducir el déficit habría que
pasar necesariamente primero por arreglar el paro, asunto del cual, ninguno de
los miopes que son el conjunto de la casta política, tanto española como
europea, saben verlo con claridad. Y es que arreglando el paro y haciendo que a
los ciudadanos no les falte empleo digno es la clave por donde pasa la solución
a los déficits públicos y todo el surtido de demás males sociales.
A pesar de tener mayoría absoluta, tan inútil es ese
presidente del gobierno que tenemos, que incluso ni él mismo se atreve a dar
directamente las conferencias de prensa, temiendo descontrolar sus propias
palabras y metiendo la pata. En su lugar deben tener que explicarse la
vicepresidente Sáenz de Santamaría, o los ministros Montoro o De Guindos, todos
de su mismo nivel de mediocridad e ineptitud como el resto de los miembros de
su gabinete y de su propio partido. Y eso de que tiene la mayoría absoluta mal
aprovechada, conseguida con la famosa promesa de “menos impuestos, más empleo”.
Y por si fuera poco, ahora nos viene Rubalcaba, diciendo que
tiene la solución a los problemas, cuando en sus largos años de permanencia en
los gobiernos socialistas, no sólo fue incapaz de proponer las recetas que
ahora pretende aplicar, sino que además fue cómplice del gravísimo deterioro
social español.
Y lo peor es que en el espectro político español no tenemos
alternativas políticas con personas capaces, preparadas y honestas, debido al
bloqueo del sistema de listas cerradas que favorece la partitocracia donde
dominan los aparatos del poder de cada partido, cuyos miembros en las cúpulas
de poder ponen trabas a todos aquellos a quienes ven como un peligro para que
les ocupen la silla apoltronada o el cargo. La realización misma del famoso
dicho de cierto vicepresidente socialista (Alfonso Guerra): “el que se mueve,
no sale en la foto”. Con lo cual tenemos partidos políticos, todos financiados
generosamente con fondos públicos que ellos mismos votan y aprueban en las
partidas presupuestarias, y liderados por dirigentes mediocres e incapaces,
cuya pésima y errónea gestión se traduce en los males que padecemos los ciudadanos,
con mayores impuestos, más paro, más familias desahuciadas, más cara la vida,
menos libertades, etc…. Sólo un sistema
electoral de listas abiertas podría abrir el paso hacia la vida política, de
los ciudadanos preparados y brillantes, que en un marco de competencia y
competitividad electoral por conseguir el puesto, podrían ofrecer soluciones
contra la crisis y su cara más vergonzosa: EL PARO. Pero el sistema de listas
cerradas da origen a una casta política y funcionarial que se alimenta del
sistema corrupto que ellos mismos mantienen para lucrarse, aprovechar al máximo
las mamamdurrías y conservar al máximo los cargos. Y ese sistema corrupto,
junto a ese sistema politico electoral, muy costoso de mantener con los
impuestos del pueblo, es lo que le interesa apuntalar a Mariano Rajoy, junto
con la complicidad del resto de la casta política, y por esa razón es incapaz
de ofrecer acertadas y sensatas soluciones, como la del principal problema
español: EL PARO. Lo mismo cabria decir de la casta judicial, que al ser
también funcionarial del altísimo sueldo vitalicio de por vida, igual termina
siendo cómplice del sistema corrupto y de la misma clase política que le pone
los altos cargos en los puestos claves de la judicatura y los mandos policiales.
Al igual como ocurre en Estados Unidos, deberían de haber como listas abiertas
para las elecciones para jueces, comisarios o mandos policiales y fiscales, que
hicieran cumplir la ley y aplicar la justicia, ya que de ese modo se podría
evitar al máximo la delincuencia y la corrupción con resultados que
satisficieran a la ciudadanía si se desea optar por la reelección. Pero como el
pueblo no puede controlar a la casta judicial-policial a través de las urnas,
esa se acomoda, se corrompe, y termina siendo tan parasitaria e inútil como el
resto de los funcionarios de los privilegios y la paga vitalicia, pagadas
siempre con los impuestos de los contribuyentes.
El propio gobierno, ha llegado a reconocer que hemos
superado la cifra récord de los 6.200.000 y pico parados, y que no le será
posible de resolver a medio y largo plazo, con lo que capitula y se resigna con
un “quizás el paro se arregle en la próxima legislatura, tras las elecciones de
2015” . Pero es
incapaz de reconocer que tenemos millones de funcionarios inútiles y en
duplicadas y hasta más que triplicadas administraciones, que no producen
riqueza alguna y nos salen muy costosos a los contribuyentes. Y lo mismo decir
de los cargos públicos, de los cuales por lo menos las 2/3 partes no sirven
para nada, y también nos cuestan un riñón en impuestos. Hay multitud de
empresas públicas que sólo generan déficits ( casi el 90% de ellas ) y que
deberían de cerrarse o venderlas a las empresas privadas que supieran la manera
de hacerlas rentables con otros métodos y estilos que funcionan en el mercado.
Se podrían hacer leyes para cerrar todas las televisiones públicas, que sólo
generan pérdidas y son nidos de enchufados, tanto de políticos como de
funcionarios que sólo están por la alta y cómoda nómina que apenas ni la sudan,
y hacer que las televisiones se autofinancien en el libre mercado, tal como
ocurre con bastantes televisiones privadas y que además generan beneficios, y
con ello buenas producciones a emitir que interesan al público. Se pueden
suprimir todas las subvenciones a partidos políticos, patronales, sindicatos,
ONG’s, y demás entidades, que no son otra cosa que redes clienterales de la
casta política. Poner coto a la inmigración que nos quitan los puestos de
trabajo y se aprovechan de toda clase de subvenciones, así como de nuestro estado
del bienestar público en la forma de la sanidad y la educación. Y aunque
existen muchísimas otras soluciones a abordar, sólo con tomar esa simple batería
de pocas medidas, el déficit se reduciría, los impuestos podrían bajar, el
trabajo entre los españoles estaría más al abasto, y habría más dinero
circulando para reactivar la economía. Y junto a esto, en vez de dedicar tantos
recursos al inútil despilfarro público, se podría dedicar una parte pequeña de
esos mismos recursos para destinarlos a estimular el crédito a emprendedores y
a las pequeñas y medianas empresas para que comenzaran a absorber el paro
existente. Soluciones las hay, sobretodo si se sabe poner los necesarios
estímulos al libre mercado, si se liberaliza el mercado de inútiles normativas,
y si se deja de castigar con impuestos, tanto a los emprendedores como a los
trabajadores, así como a los ahorradores.
Con lo cual, medidas y soluciones contra la crisis y el paro
las hay. Lo que sobra es ineptitud, mamandurrias e hipocresía. Y así nos va por
falta de buena voluntad política en arreglar las cosas. Y aún podemos
alegrarnos por ese poco de suerte de que aún no nos han rescatado en Bruselas
(salvo las ayudas a los bancos para inyectarles de la liquidez que carecían),
porque ninguna ayuda nos sale gratis, y toda cuanto se reciba hay que
devolverla con los correspondientes intereses, cosa que significa hipotecar la
vida de nuestos hijos y nietos, y llevar al país a la pobreza crónica, donde no
existen estímulos al trabajo y al progreso.
Y Don Mariano Rajoy sigue sin dar la cara, sin ofrecerse a
debatir, sin atender ninguna pregunta de periodistas, sin aportar nada. Es un
presidente inútil e incompetente. Pero lo malo es que los demás son igual que
él, y hasta peores. Son las consecuencias de un sistema democrático de “listas
cerradas”, y por ende, muy poco representativas. Con razón nos vale aquel
conocido dicho de “con Franco vivíamos mejor”. Por lo menos con Franco había
trabajo para todos y muy pocos impuestos. Ahora hay impuestos asfixiantes,
sobran leyes, faltan libertades, y por si fuera poco, ya no existe el trabajo
estable y seguro (salvo el de funcionario –por el momento, mientras los
impuestos y la capacidad de endeudamiento de los gobiernos lo permita-).
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