martes, 12 de julio de 2011

DEUDA ESPAÑOLA A PAGAR: UN BILLON DE EUROS


La caída libre bursátil de los últimos días que tanto ha empobrecido a los inversores en Bolsa como si no hubiera bastante con el escandaloso nivel de paro y los cada día más altos impuestos, así como el incremento de la prima de riesgo de los bonos de deuda pública española con respecto al bono de la deuda alemana, pone en evidencia que la Deuda Pública es el principal problema de nuestra economía que conviene zanjar cuanto antes. El presupuesto público español ingresa por un lado: los impuestos que pagan los contribuyentes, y gasta por el otro todos los pagos que han de hacer efectivos los distintos gobiernos: centrales, autonómicos, municipales, comarcales, diputaciones, etc… sean en las nóminas de los propios políticos, funcionarios, pensiones de jubilados, pagos de obras públicas, abono de los intereses de la propia deuda, etc…, con lo que como ya hace bastante tiempo que ocurre, habitualmente se gasta muchísimo más de lo que se ingresa, la cual cosa ha provocado una monstruosa deuda que inevitablemente tendrá que ser pagada. Para poder financiar esa deuda, el Tesoro Público con frecuencia saca a subasta bonos de deuda pública, y a más tiempo, mejor, que es de la forma que más le conviene dada su insaciable voracidad. Pero naturalmente, es ley natural de mercado que a mayor riesgo más tipo de interés debe de pagarse, y como la situación política-económica de España asusta a los inversores (aparte de las malas calificaciones que le dan prestigiosas agencias como Moody’s, Standard & Poor’s, Ficth,…, que naturalmente tampoco se puede ocultar que muchas veces emiten informes de medias verdades encaminadas a favorecer intereses de determinados especuladores que disponen de cierta información privilegiada), por lo que el Tesoro Público, para conseguir que los inversores compren la deuda pública que necesita debe de ofrecer un tipo de interés más alto, que naturalmente es como un monstruo que se come su propia cola, puesto que este mayor coste en pago de intereses a los inversores inevitablemente deberán de exprimirse de los impuestos que han de pagar los ciudadanos.

Estamos pues, en un país hipotecado con casi un billón de euros, que para obtener dinero con el que financiar sus numerosos gastos de más que no pueden obtener de los impuestos, el gobierno necesita que se lo presten los inversores, los cuales no comprarán si no les ofrecen mayor rentabilidad. Y si nadie compra deuda pública, que Dios nos acoga confesados: por un lado el Estado podría quedarse técnicamente en quiebra, sin poder pagar los gastos públicos porque tiene la caja vacía, y por el otro tendría que aprobar nuevas medidas para equilibrar el presupuesto que no sería otra cosa que nuevos recortes ( bajada de sueldos de funcionarios, bajada de pensiones, paralización de obras públicas, reducción de efectivos militares, etc…), y al mismo tiempo la necesaria subida de impuestos para equilibrar los gastos y al mismo tiempo llenar de nuevo su vacía caja y terminar de pagar toda su deuda (que como podéis ver, supondría una subida brutal de impuestos, que dañaría aún más a la ya agotada economía española). Eso son más o menos las medidas que los prestamistas políticos europeos le han exigido a Grecia, Portugal, o Irlanda , si se quería recibir dinero prestado del rescate europeo, un dinero que nadie por sí solo sería capaz de prestar, pero que los usureros y al mismo tiempo prudentes prestatarios del Banco Central Europeo lo han concedido porque no les interesa una Europa periférica que va de manera mal e inestable, ya que supondría un peligro para su propia seguridad dentro de su propio espacio de la moneda común llamada euro.

En consecuencia estamos ante un gordo problema político que exige un par de medidas: 1.- devolver la confianza a los inversores, y 2.- terminar de una vez por todas con el paro, ya que esto último supondría también una nueva fuente para poder recaudar el dinero que se debe pagar por la deuda pública que tenemos, y que es como un cáncer crónico para nuestro país. Y junto a esto, cambiar la manera de administrar el dinero público: en vez de tener la costumbre de endeudarse hasta un determinado tope (en la actualidad la ley le permite que esté por bastante encima del 20% de lo presupuestado), convendría la costumbre de fomentar el ahorro público, creando fondos de ahorro, que indirectamente harían de España un país solvente, estable y fuerte económicamente, que otorgara una gran confianza en los inversores, tanto los nacionales, como los extranjeros. Pero lamentablemente la cultura administrativa del político español es siempre gastar (por no decir despilfarrar) incluso por encima de sus posibilidades, con leyes del tipo “hecha la ley, hecha la trampa” que permite a los políticos endeudarse tan alegremente, que para lo que tenga que venir después, ya se encargará quien tome el relevo sea del color político que sea. Eso quiere decir que se tendría que ir reduciendo la cosa pública, suprimir servicios públicos innecesarios, bajar impuestos, ahorrar por todos los lados, y fomentar la cultura de que cada cual se gane lo suyo trabajando y sudando, sin esperar ni subvenciones, ni servicios, ni ayudas públicas (salvo los únicamente imprescindibles) que a la larga son caras y otro (normalmente el que siempre trabaja) tiene que terminar pagando.

Urge terminar de pagar cuanto antes ese monstruoso cáncer del billón de euros que todos debemos por culpa de los políticos, porque es una deuda que tenemos pegada a nuestra piel e inevitablemente tendremos que acabar pagando un momento u otro, …hasta conseguir que nuestro déficit pase a convertirse en superávit, sin necesidad de volver a pedir prestado dinero a nadie. Pero ningún político quiere hablar de ello, porque es un tema bastante impopular, y a ninguno le interesa perder votos contando las puras verdades.

Si no pagamos ese billón de euros, España siempre estará en la incertidumbre y en la pobreza, y los más emprendedores ya pueden pensar en emigrar a otro país más seguro, serio y próspero, porque aquí no tenemos nada que hacer, salvo ser cada día más pobres en un país cada vez más inseguro.

Es verdad que tenemos un paro oficial de más de cinco millones de desempleados (más del 20% de nuestra población en edad de trabajar, y en el caso de los jóvenes, lamentablemente más del 40%), y unos impuestos insoportables que pronto ya no podremos ni pagar,…por lo que habrá que hacerse la idea que se tendrán que tomar medidas paliativas, de forma prudente y justas, encaminadas por un lado en fomentar la creación de empleo (más ingresos para pagar la deuda) y al mismo tiempo reducir los impuestos (alivio para empresas y familias, con el que poder disponer de mayor financiación propia para gastar). Algunas medidas paliativas pero necesarias serían reducir los sueldos de los más de tres millones de funcionarios públicos, de lo que calculo que lo justo debería de ser un 40%, ya que tienen la contraprestación de disponer del privilegio de empleo seguro y vitalicio, cuando el resto de los ciudadanos están menos protegidos y más expuestos al desempleo y con ello a la inseguridad, a la incertidumbre y a la miseria. También los jubilados deberán de reducir algo la pensión que perciben, para facilitar el ahorro del estado y el pago de la deuda pública, teniendo en cuenta que si el Estado quiebra (que es posible si se encuentra con la caja vacía, y si la mano europea se niega a rescatarla con nuevo dinero fresco prestado) y no hay gente que tenga trabajo con el que sostener sus pensiones, se encontrarán con la peor de las situaciones. La única garantía como país que tenemos es el trabajo de nuestra gente y la caja pública saneada, sin ningún tipo de deuda. Eso exigirá, también suprimir muchas leyes innecesarias que castigan al emprendedor y a la cultura del trabajo, así como por ejemplo hacer una nueva ley de huelga que prevenga de los abusos de piquetes y sindicatos que no respeten los derechos constitucionales de terceros por parte de aquellos que estén descontentos con las nuevas medidas que han de reducir la deuda y al mismo tiempo facilitar lo que más falta nos hace en nuestro país: la creación de puestos de trabajo estables para todos.

No obstante, existen ciudadanos que han tenido más suerte y se han enriquecido en la étapa de la bonanza, e incluso algunos siguen enriqueciéndose silenciosamente con la actual crisis, y a estos habría que cargarles el pago de buena parte de la deuda gravando sobretodo aquello que represente lujo: determinado tipo de coche, determinado tipo de vivienda, determinado tipo de hotel o restaurante, determinado valor de una joya, etc…., son signos de gran riqueza de su poseedor, que conviene gravar especialmente, para sacar buena parte del dinero con el que reducir la deuda y financiar los gastos que necesita el Estado.

Es todo un tema muy serio que precisa de inmediatas soluciones, por lo que propondría un debate muy serio sobre ello en el parlamento, completamente televisado, para que los ciudadanos pudieran conocer las propuestas, opiniones y aportaciones de sus representantes, así como las decisiones que se tomarán expresando sus argumentos razonados. España está ante una situación preocupante que no podemos demorar, y hay que hacer algo para evitar que caminemos hacia lo peor.