Hoy he visto en el telediario a Mariano Rajoy dar algunas
explicaciones sobre su gestión de gobierno, y lo más destacable a mi juicio ha
sido que reconoce y valora los grandes sacrificios que ha exigido a los
funcionarios y a los pensionistas, al no pagarles puntualmente la paga de
Navidad (que la recuperarán por otro lado), y la no actualización de las
pensiones acorde con la jubilación, como si ambos fueran el colectivo más
castigado, cuando en realidad son los más protegidos por el gobierno. No hay
que olvidar que la crisis ha provocado una bajada generalizada de los precios
de los productos y los servicios (contratas de obras, electrodomésticos,
muebles, vivienda, ropa, coches, etc…) de la que se han beneficiado mucho ese
colectivo tan protegido por el gobierno, aunque la subida de impuestos a
afectado a todos, en especial a los más desamparados.
Mejor disparate no lo hubiera dicho el peor subnormal
porque: ¿y nada tiene que decir de los parados a los que ha recortado
prestaciones y los ha dejado en el más completo desamparo?, ¿y de los autónomos
arruinados que no tienen ningún tipo de prestación?, ¿y de los empresarios que
se han visto obligados a cerrar sus negocios?. Esos que son los más desamparados
y marginados, son también los grandes olvidados del presidente del gobierno.
¿No hubiera sido más justo darles, al igual que están amparados por el Estado
los funcionarios y jubilados, una paga vitalicia hasta que se arregle el
problema del paro y se salga de la crisis, en vez de rescatar bancos con el
dinero de todos los españoles?.
Se le a las claras el plumero de Don Mariano: sólo gobierna
por el bienestar de los funcionarios y los jubilados. Para los demás, a darles
por el culo y que sufran todas las consecuencias de la crisis, cada cual
castigado a su manera: desahucios, desempleo y subidas de impuestos. Con lo
cual ni es buen presidente ni el mejor que pudiera tener España pese a su
mayoría absoluta, y además es injusto e insolidario, gobernando únicamente para
sus propios intereses: para proteger a los funcionarios, a los jubilados, y a
los grandes banqueros y empresarios, y todos los demás ¡qué se jodan!, tal como
dijo una vez con todo acierto cierta diputada pepera sobre los parados.