Aunque de entrada el proceso hacia una
república catalana es inconstitucional y por tanto ilegal, se va a ver el
próximo 25 de noviembre con las elecciones a diputados para su parlamento la
composición del nuevo espectro político catalán, que a propósito de la
independencia, se va a dividir en dos bandos:
1.-Los
separatistas compuestos por la CiU del presidente Artur Mas, ERC, Solidaridad
Catalana, y el partido del ex presidente del Barça Joan Laporta.
2.-Y los unionistas, compuestos por el PP,
Ciutadans de Albert Rivera, la Plataforma por Catalunya de Josep Anglada (que
con toda seguridad obtendrá representación), y con ciertas dudas el PSC articulado
con el PSOE. Los resultados electorales dirán si va ha haber suficiente quórum
como para solicitar un proceso de solicitar un referéndum para Catalunya
(competencia del gobierno de Madrid), que inevitablemente para ajustarse con la
legalidad vigente tendrá que pasar por ciertos cambios constitucionales, cosa
ya de por sí complicada por las amplias mayorías que la propia Constitución
exige.
Con lo cual existe mucho el riesgo de fuertes
desavenencias que lleven a una fractura de la sociedad catalana, y que el
territorio acabe convirtiéndose en una especie de Ulster, con focos de
constante conflictividad política y social. Por otra parte, en caso de
referéndum, habrá que plantearse si también tienen derecho a voto los catalanes
de origen residentes en el resto de España y del mundo para poder decidir si
están de acuerdo con una Catalunya independiente.
Por otra parte, si el pueblo catalán vota
mayorítamente a favor de la independencia, en cuanto se refiere a la nueva
Constitución Catalana, se corre cierto riesgo de que termine siendo un calco
corregido y aumentado del actual vigente estatuto redactado por el anterior
tripartito y con el visto bueno del partido de Mas, un estatuto con el cual el
Estado tiene demasiado peso en relación a la sociedad civil libre e
individualizada, que puede llevar a que la nueva república catalana acabe por
convertirse en un país de funcionarios y de abundante clase pasiva
subvencionada (jubilados, etc..) por todo en cuanto se refiere a las supuestas funciones
sociales que apuntan el actual estatuto, con todo lo que supone del coste del
mantenimiento de dicho Estado intervencionista (impuestos) y los lógicos
recortes de libertades propios de ese sistema. Habrá también que determinar si
las funciones de Presidente de la República serán las mismas que de primer
ministro, es decir uno en dos, o serán dos personas con sendas competencias por
separado. Añadiendo también el marrón que supone que casi el 20% superable de
la población actual que tenemos en Catalunya es inmigrante (y musulmana en gran
parte), que además se reproduce a un ritmo como mínimo tres o cuatro veces lo
que la de las familias de auténtico linaje catalán, y que va a hacer que en
aproximadamente una generación que la población de origen extranjero suponga ya
más de la mitad que la población autóctona, con el preocupante detalle de que
la futura república catalana acabe siendo mayoritamente musulmana. Por tanto, para empezar el problema de la
nueva república catalana sería: ¿constitución de corte social o liberal?, es
decir, ¿modelo parecido al sueco o al norteamericano?,
¿nacionalidad y ciudadanía únicamente catalanas, o sociedad híbrida con
extranjeros con los mismos derechos ciudadanos con todas las consecuencias que
de ello derivarán, corriendo el riesgo de convertir a la república catalana en
una nueva Yugoslavia, un cóctel de distintas nacionalidades, culturas y
religiones, con todo cuanto puede suponer de problemas de convivencia y el
abono para posibles futuros conflictos armados?.
No obstante el nuevo Estado Catalán podría
ser una oportunidad para imponer un SISTEMA ELECTORAL DE LISTAS ABIERTAS, con
las que cualquier ciudadano pudiera ser candidato a presidente de la república,
sin los impedimentos típicos de partidos políticos cuyos candidatos los eligen
los aparatos de poder de turno, y sin los impedimentos que ponen las rencillas,
las luchas intestinas, y demás envidias internas propias de los partidos
políticos. Y una oportunidad también para liquidar el déficit, arreglar el
paro, y sentar las bases para la prosperidad de la futura república catalana.
Si fuera elegido presidente de la nueva
república catalana, tomaría las siguientes medidas: optaría por una
constitución de tipo liberal, con muchas libertades ciudadanas, con un sistema
laboral totalmente liberalizado y con normas apenas las justas, y liberando a
los ciudadanos de todos cuantos impuestos fueran posibles.
El problema de la actual comunidad autonómica
catalana es que es una organización política y administrativa claramente
sobredimensionada e ineficiente, que conlleva niveles de gasto muy elevados y
totalmente inasumibles por nuestra economía que no le permiten ni tan siquiera
poder ser competitiva, con la que tomaría la medida de despedir a casi todos
los funcionarios, y hacer que todas esas funciones y servicios vinieran de
parte de empresas privadas que previamente pasaran a concurso del estado de
modo temporal, como por ejemplo, cada 5 años, contratándolas por precio y
calidad, que ofrecieran un mejor servicio para los ciudadanos y un menor coste
para los contribuyentes. Es decir, sería una buena oportunidad para reducir de
forma drástica la estructura política y administrativa actual que fomenta el
enchufismo, la vagancia y la corrupción, para hacerla más eficiente y mucho
menos gravoso para el bolsillo de los ciudadanos. Con esas medidas no sólo se
acabarían con el problema del déficit y de la excesiva deuda que soportan los
catalanes en la actualidad, sino que se paliaría en gran medida el problema del
paro y se podría avanzar hacia un uso más racional de los recursos públicos y
hacia una economía más dinámica y competitiva que permitan generar riqueza
entre la población con la que podrían pagarse sus gastos de vivienda, sanidad y
educación, y con ello de alguna forma garantizar el sostenimiento de las pensiones
de nuestros jubilados (hoy en día con claro peligro de insolvencia). Además, al
no haber casi normativas ni impuestos, se acabaría con la economía sumergida, y
con ello con todos los problemas que conlleva de competencia desleal.
Haría una política de estimulo de hacer volver
a sus países a todos los inmigrantes, no sólo porque usurpan los actuales
puestos de trabajo, sino también para poder evitar el peligro de una futura
balcanización de Catalunya a la yugoslava, además de una futura Catalunya
islámica, cultura incompatible con los valores de libertad y democracia que
heredamos del legado greco-rromano, poniendo muy fuertes impuestos a los
empresarios que contraten a extranjeros cuyos ingresos los destinaría para
subvencionar a los desempleados nacionales y dar facilidades de reducciones
fiscales las empresas que aplicaran políticas de contratar a los parados
catalanes, de los que actualmente hay unos 800.000. Haría del lema “Catalunya
para los catalanes”, el alma del orgullo catalán, por ser catalán, y por el
país.
Para que fuera posible la creación de puestos
de trabajo, desde el gobierno potenciaría la actividad económica productiva,
con el apoyo a emprendedores con nuevas leyes de liberalización laboral sin apenas
normativas ni impuestos, procurando facilidades para el acceso al crédito para
inversiones productivas (no especulativas), fomentando el impulso de la I+D+I ( la famosa Investigación+Desarrollo+Invocación)
por parte de universidades y empresas, el apoyo a la implantación y desarrollo
de nuevas tecnologías así como la formación profesional que se enseñaría en
escuelas e institutos como importante asignatura con las que preparar a los
futuros ciudadanos para las necesidades del mercado laboral (todo en
contraposición a la actual sangría que estamos padeciendo con su salida al
extranjero de nuestros jóvenes más preparados como una única alternativa para
su desarrollo profesional, y con el absurdo de subvencionar a inmigrantes que
no sólo no aportan nada, sino que además llegan a representar varios problemas
para el país: paro, pérdida de tradiciones, problemas de convivencia, etc… con
todo lo que representa de poner en riesgo la paz social).
Convertiría a Catalunya en un paraíso fiscal,
para atraer a todos los capitales del mundo, y lo dotaría con el ejército más
moderno y poderoso del mundo, con las más avanzadas tecnologías, que hicieran
un país seguro y respetado. Y sobretodo impulsaría el turismo y las
exportaciones, dos claves muy importantes para el desarrollo de la riqueza de
Catalunya.
Y a partir de aquí, existen todas las
posibilidades. Ahora cada cual opine lo que quiera, pero me gustaría la critica
que se centrasen en señalar lo que sería destructivo y lo constructivo, lo
negativo y lo positivo, la idea de la separación o la de la unión,….la
posibilidad de hacer un retrato de la nueva Catalunya que deseamos para
nuestros hijos y nietos. Al final, ¿será realidad o utopía el Estado catalán?.
Espero vuestras opiniones.
IMÁGENES ILUSTRATIVAS DE LOS ERRÓNEAMENTE LLAMADOS "NUEVOS CATALANES" |
COMENTARIOS DESDE MI CUENTA FACEBOOK:
- Espacio De Xavier Valderas Gracias por tu comentario, conde Pablo. Pero parece ser que hoy es lunes, y todo el mundo está de grima como para comentar algo. Aparte de que se palpa cierto cansancio por los temas políticos, de los cuales la gente está muy harta. Un cordial saludo.
- Amalia Palau Gual jamas estariamos peor de lo que estamos ahora , no hay que tener miedo, hay que intentar nuevas formulas, las de España no funcionan, eso esta visto y comprobado, asi que" bon ven i barca nova ", traduzco= buen viento y barca nueva....esa es mi opinion.
- Jesús Huete El simplismo de la nueva patria, inventado por los fascistas (20 familias) que controlan Cataluña), ignora que, sin los clientes españoles, su industria,-tan ayudada por Franco-, iría a pique. Las concesiones de marcas internacionales se vendrían a la Hipania que, lo siento, se inventó en tiempos de Isabel y Fernando(leed la Historia). Si los hijos de los emigrantes y los pobres viejos emigrantes jubilados que allí se dejaron la vida, hicieran un partido político, esas familias fascistas, cuyos jhijos hablan castellano en privado y estudian en el extrangero dejarían de administrar el poder. Pero, oh pena, los peores son los Pérez, los Gómez , los Garcías, pues han de demostrar que son catalanes y se empeñan más que los de ascendencia local. Lo del neoconservador Lara de llevarse su empresa a Cuenca sería seguido por cientos de grandes empresas. Seguid mejor a Roca y Junyent, que firmó la Constitución y se dedicó a redactar las normas autonómicas desde su despacho, haciédose millonario, pues lo cobraba en oro blanco. El neoliberal, poco querido por mí, Vargas Llosa, tiene razón cuando dice que Barcelona pasó de ser la ciudad más libre y europea de España a ser un lugar rico y provinciano. El nacionalismo es un virus infantiloide , romántico y falso que, ya, Einstein se sorprendió de tal vírica actitud.
- Espacio De Xavier Valderas Lo que yo proponía, maestro, es que sería posible una nueva Catalunya de corte liberal, sin impuestos, sin inmigración, sin apenas funcionarios, con el turismo y la exportación potenciados, y además convertida en paraíso fiscal para atraer a todos los ...Ver Más