martes, 8 de noviembre de 2011

EL DEBATE DE LOS PRESIDENCIABLES


El debate televisado de ayer 7 de noviembre de 2011 entre los candidatos de las dos fuerzas políticas mayoritarias y visto por más de 13 millones de tele-espectadores, no fue lo bien democrático que debiera de ser debido a la falta de participación del resto de fuerzas políticas, que también tenían derecho a debatir y a decir la suya. Hubiera sido mejor que los debates electorales de la presente campaña para las elecciones del 20 de noviembre próximo, hubieran empezado por debatir en principio los partidos con menos votos en las pasadas elecciones (incluidas las municipales, para que hubiera el máximo de representación en la expresión de todos los que quieran participar, un ejercicio sano de democracia), terminando cuando se acercara final de campaña en un debate entre los dos presidenciables con mayores posibilidades, o por lo menos los dos más votados en las últimas elecciones generales. Y esto de los debates televisados es incluso mucho mejor y más importante que los mítines donde sólo acuden los partidarios de cada partido, y se reprochan entre sí por separado, sin las ventajas de un cara a cara televisado Por otra parte, su coste de más 550.000 euros se considera demasiado exagerado, cuando cualquier televisión por muy poco dinero sale adelante en montar un debate, que no requiere demasiados medios técnicos ni materiales, salvo una mesa, un moderador, los dos candidatos, y dos o tres cámaras de televisión delante que emiten las intervenciones de ese debate; y es que con ese dinero se hubiera podido ayudar a unos cuantos cientos de parados, y no estamos para estos malos ejemplos de despilfarro de dinero público.

No obstante mi impresión de ayer, tal como ya lo anoté en mi página facebook, fue la siguiente: “Impresiones personales tras ver el debate entre los dos presidenciables: En resumen, Rubalcaba habló confuso y más nervioso; Rajoy habló más claro y más tranquilo. Rubalcaba defiende el “estado del bienestar” pero no aclara cómo financiar algo que no se puede obtener gratis; mientras que Rajoy igualmente defiende un “estado de bienestar” pero aclara que para financiarlo, la prioridad principal debe de ser la creación de esos empleos de donde sacar el dinero que se genere para ese gasto. Afortunadamente para los parados, Rajoy ha dicho que no tocará las prestaciones por desempleo, y además por la simpleza, sencillez y brevedad del programa expuesto por Rajoy en contraposición a un confuso Rubalcaba, me atrevería a pronosticar que si gana las elecciones el próximo 20 de noviembre, la Bolsa española empezará a repuntar debidamente”.

Cabe decir que al debate de ayer se quedaron pendientes muchos temas de los que más interesan a los electores españoles, tales como el exceso de inmigración existente, así como el peligro de las intolerancias y la aplicación de políticas religiosas que acompañan muchos de esos extranjeros con credos completamente distintos a, por ejemplo, los valores de libertad, democracia y liberación de la mujer. No se habló del problema de los cientos de miles de familias españolas víctimas del engaño de la especulación inmobiliaria y tiradas a la calle por no poder pagar puntualmente su hipoteca y con la vivienda embargada, con todo lo que supone de drama. Y tampoco se abordó el tan cuestionado asunto de los privilegios políticos tales como por ejemplo que tengan derecho a la pensión máxima, habiendo cotizado tan sólo por 7 años, cuando el resto de los españoles está obligado a jubilarse a los 67 años y sin tener el suculento sueldo que cobran los políticos por tan poco trabajo productivo y de provecho para el país, aparte del extendido tema de la corrupción abusando de los dineros públicos. O qué se piensa hacer con el tema de los minusválidos y personas de cierta avanzada edad, que son los más débiles y que dependen de la solidaridad del resto de la sociedad. Había muchos otros temas de los que hablar y que requerían conocer las propuestas y soluciones de los candidatos. O sea que en esto también hemos hecho mal.

Y añadiría un importante detalle más: en las elecciones norteamericanas y de otros países europeos, tanto en los debates como en los mítines, la bandera aparece en un vistoso sitio de honor, por todo lo que representa de símbolo de la patria. Es muy lamentable y vergonzoso que nuestra propia bandera roja y gualda no se deja ver en ninguna parte, salvo cuando es en los debates o mítines que intervienen partidos de signo completamente catalanista o de cualquier otro nacionalismo periférico, como si el resto del mundo no pudiera saber a qué país pertenecemos. Así son las cosas en la España de nuestros días.