viernes, 31 de diciembre de 2010

LAS PENSIONES DE LOS POLÍTICOS: EL CASO ERNEST BENACH


Hay que acabar con el hecho de que el paso por la política se convierta en un negocio, o en una lotería, en vez de un auténtico servicio a favor de los ciudadanos. Porque cuando el paso por la política es tan sólo para disponer de una buena posición social gracias a los abusivos sueldos políticos y demás prebendas que tienen que pagar los contribuyentes, no se procura hacer un buen servicio a los ciudadanos. Unos políticos que tan sólo tuvieran unos sueldos más en concordancia con el nivel medio del país, sería lo más adecuado y lo más honesto, y entonces el oficio o dedicación a la política adquiriría rasgos de mayor honorabilidad y respeto hacia aquellas personas que se dedicaran a ella a favor de hacer un servicio al país y a los ciudadanos. En la Antigua Roma, según el rango de imperium que tuviera cada magistrado, tenía más o menos lictores que lo acompañaban, y cuando se trasladaban de un lugar a otro, los ciudadanos les cedían el paso en clara señal de respeto a la persona y a la institución que representaba. Algo parecido debería de ocurrir hoy en día con las gentes que se dedican a la política para servir al país, pero ocurre todo lo contrario: la ciudadanía les ha perdido el respeto, considerándola como una casta corrupta y ajena a los propios ciudadanos, sobretodo con el mal ejemplo de los escandalosos sueldos que cobran, así como los privilegios de unas pensiones que nunca estarán al alcance del común de los ciudadanos.

Veamos el caso de Ernest Benach, ex presidente del Parlamento de Catalunya, del partido llamado Esquerra Republicana de Catalunya, que tan sólo por sentarse en un sillón alto que preside una cámara de diputados, donde debaten, elaboran, proponen y votan leyes o cualquier otro tema, y con unas cuantas horas de dedicación a ese asunto, tenga que cobrar un sueldo desprorporcinado con lo que cobra, por ejemplo, un albañil, que es un trabajo muchísimo más duro, arriesgado y estresante en comparación con el cómodo trabajo de ejercer de presidente de un parlamento autonómico, que sólo requiere determinados conocimientos sobre derecho y disponer de determinadas cualidades intelectuales, aunque todos sabemos que en una democracia cualquier ciudadano, cualquiera que sea su nivel cultural o formativo, tiene el pleno derecho a ejercer cualquier cargo público. El recién retirado ex presidente del parlamento catalán Ernest Benach cobrará 104009 euros brutos anuales durante 4 años, así como una pensión vitalicia de 78007 euros cuando cumpla 65 años (actualmente tiene 51 años), que ha de ser el equivalente al 60% de la pensión que cobre un presidente del parlament catalán, vamos, unas pensiones que son una auténtica lotería, mientras que el común de los ciudadanos tienen que tener cotizados varios años para acceder a una pensión, que muchas veces es injusta y mal calculada, aparte de que ahora se le exige que siga trabajando y cotizando hasta llegar a los 67 y más años, sin garantías de una pensión digna y justa. Por si fuera poco, por ejemplo, los ex presidentes de la Generalitat de Catalunya, tienen también el privilegio de una oficina con personal, a cargo del erario público. Todo un mal ejemplo como para que la casta política tengan unos privilegios legales aparte, que les permita disponer con una más que buenísima pensión bien pagada cuando se jubilen, que le da completamente solucionada la vida a ellos y a sus familias, cuando el resto de los ciudadanos tiene que espabilarse en sobrevivir sudando sangre y lágrimas, e incluso muchisimos pasando penurias sin cuento, y no digamos lo ofensivo que es para la gente en el paro ver lo que cobran esos políticos tanto mientras tienen el cargo como cuando se jubilan. Todo esto es una auténtica inmoralidad carente de todo sentido ético, y todo un mal ejemplo que debe de acabar, sobretodo cuando la mayoría de los cargos públicos, como los de diputado, senador, o concejal, son simplemente un trabajo de representación, que apenas supone esfuerzo físico y dedicación, y por esa misma razón no merecería ser más pagada que la media de los salarios del país, que hoy en día no se estima ni en el nivel del mileurismo. Y por otra parte, altos cargos como ex presidentes o ex ministros, cuando se retiran de la política, en general no tienen dificultades en volver a colocarse, ya que fácilmente los fichan las grandes empresas que desean tenerlo como asesor o cualquier cargo relacionado con los que aprovechar su experiencia o influencia política, así como tampoco tienen dificultades en dedicarse a dar conferencias o escribir libros o algún artículo de prensa, por los que cobran unos sueldos relativamente bastante bien pagados que incluso en muchos casos son mucho más elevados que los que cobraban cuando tenían cargo público. De modo que si yo fuera presidente, aboliría todos los privilegios relacionadas con las pensiones que cobran los políticos, y los equipararía al mismo nivel y condición que el resto de los ciudadanos.