Siento una gran pena por los resultados electorales de ayer
en Catalunya. Se consolida una casta política corrupta que está llevando al
país a la deriva y a la pérdida de las señas de identidad. Preveo la formación
de una sociedad con una pluralidad de mafias controlando sus feudos respectivos
en donde la figura del “padrino” adquirirá mucho peso para obtener alguna
influencia y sobrevivir; un paí
s retrasado donde no
existe ni la solidaridad ni el amor a la patria ya que los de casa no son los
primeros en sus legítimos derechos; y en el cual su casta política sólo
procurará tener complicidad entre ella misma para enriquecerse, conservar los
cargos y perpetuarse, sin preocuparse siquiera de crear puestos de trabajo ni
velar por el progreso general de la ciudadanía catalana, un precio que saldrá
muy caro de pagar a los ya sobradamente sufridos ciudadanos. Los resultados
electorales han puesto de manifiesto una inmensa mayoría de electores
aborregados influenciados por el aparato propagandístico de las televisiones y
demás medios de comunicación social claramente manipulados desde las esferas
del poder, que con el tiempo ya tendrán ocasión de lamentarse y quejarse de
todo lo que por clara falta de conocimiento votaron, ya que ha quedado un país
completamente dividido, desilusionado, incierto y sin futuro claro del que se
aprovecharán y beneficiarán al máximo los extranjeros (20% de la población
asentada en Catalunya) con aquello de “divide y vencerás”. Se prevé años
difíciles, y en cierto aspecto bastante dramáticos, que propiciará mucho la
emigración, sobretodo por parte de los jóvenes, la inmensa mayoría de los
cuales no tienen un futuro claro y seguro en la propia ingrata patria, donde ya
casi no existen las oportunidades y va ya camino a venderse en el resto de lo
que le queda. Y así nos irá, aunque a la par cualquiera tendrá que aguantar el
palo de su propia vela y subsistir como pueda en ese país de extraños, carente
del sentido del patriotismo, donde cada uno va a por la suya, y sin claras
oportunidades de futuro. Tremendamente patético y lamentable, no me siento nada
orgulloso por ello, y ya no voy a llorar por ti, Catalunya, sólo que siento una
gran pena y una inmensa vergüenza como catalán y como español.