viernes, 4 de noviembre de 2011

¿ A QUIEN SUBIMOS LOS IMPUESTOS?


Es interesante este diálogo entre el ministro de hacienda Jean Baptiste Colbert y el cardenal Mazarino, durante el reinado de Luís XIV de Francia. Una historia que a fecha de hoy se reproduce y se repite por parte de nuestros políticos, y que nos invita a reflexionar sobre la política fiscal que aplican:

Colbert: Para conseguir dinero, hay un momento en que, engañar [al contribuyente]
ya no es posible. Me gustaría, Señor Superintendente, que me explicara como es
posible continuar gastando cuando ya se está endeudado hasta al cuello...

Mazarino: Si se es un simple mortal, claro está, cuando se está cubierto de deudas,
se va a parar a la prisión. Pero el Estado... ¡¡ cuando se habla del Estado, eso ya es
distinto!!! No se puede mandar el Estado a prisión. Por tanto, el Estado puede
continuar endeudándose. Todos los Estados lo hacen!

Colbert: Ah sí? Usted piensa eso ? Con todo, precisamos de dinero. ¿ Y cómo hemos
del obtenerlo si ya creamos todos los impuestos imaginables?

Mazarino: Se crean otros.

Colbert: Pero ya no podemos lanzar más impuestos sobre los pobres.

Mazarino: Es cierto, eso ya no es posible.
Colbert: Entonces, ¿sobre los ricos?

Mazarino: Sobre los ricos tampoco. Ellos no gastarían más y un rico que no gasta,
no deja vivir a centenares de pobres. Un rico que gasta, si.

Colbert: Entonces cómo hemos de hacer?

Mazarino: Colbert! ¡¡ Tu piensas como un queso de gruyere o como el orinal de un
enfermo!!. ¡¡ Hay una cantidad enorme de gente entre los ricos y los pobres !!
Son todos aquellos que trabajan soñando en llegar algún día a enriquecerse y
temiendo llegar a pobres. Es a esos a los que debemos gravar con más
impuestos..., cada vez más..., siempre más! ¡¡ Esos, cuanto más les quitemos, más
trabajarán para compensar lo que les quitamos¡¡. ¡¡ Son un reserva inagotable !!.


¿Tenía razón el Cardenal Mazarino en su argumento final?, hay que constar, además, que el Cardenal era un hombre riquísimo, y que además se había hecho rico aprovechando los cargos que el Rey puso a su disposición. No obstante, los impuestos a mi modesto entender, los considero como un robo encubierto, un algo innecesario que siempre lleva al abuso y al despilfarro de la cosa pública.