El mundo de la justicia, es como el de los funcionarios,
unos pocos que trabajan tanto y tan bien como pueden en lo que les pagan: para
servir a los ciudadanos y con ganas de que las cosas se hagan bien, y otros, la
inmensa mayoría, que se aprovechan del enchufe y no se ganan ni de lejos el
sueldo que se les paga dejándose llevar por un absentismo y una gandulería cada
vez más patente, y eso se tiene que terminar para pasar a otra metodología de
trabajo basada en competir, hacer méritos, y ganarse cada día el puesto como
inevitablemente ocurre en la libre empresa para poder sobrevivir.
Igual los que tienen cargos en el sector judicial les ocurre
como a todos los privilegiados funcionarios que consideran su puesto un enchufe
para toda la vida que pagan los demás ciudadanos y les arregla la vida con
buenas retribuciones y teniendo un puesto cómodo trabajando lo mínimo posible,
con el mínimo de esfuerzo, y con sindicatos que siempre serán reivindicativos de
las mejoras de sus privilegios, considerando que nunca podrán ser despedidos y
siempre conservarán el puesto, porque así les ampara una injusta ley española
que blinda a todo funcionario tener arreglada su vida con unos honorarios
vitalicios, y que discrimina al resto de los españoles en sus derechos
laborales y retributivos. Así que poner asuntos ciudadanos en cuanto afectan a
sus derechos, su patrimonio, la inseguridad, la delincuencia,.....no se puede
dejar en un sistema así que de por sí acaba podrido, y necesita una reforma,
que si bien nunca será la perfecta, si puede ser mejorable en comparación con
el sistema anterior.
Somos uno de los países con mayor número de abogados: más de
3000 por cada millón de habitantes, cuando en Francia son poco más de 340 por
cada millón, Inglaterra con unos 820 por millón y Alemania con aproximadamente
1000 letrados por millón de habitantes,....sólo superados por Estados Unidos
con una media de más de 3800 abogados por cada millón de habitantes. Y en esto
me baso en estadísticas de hace aproximadamente unos 15 años, ya que no
dispongo de actuales. Por eso existen abogados que pasan tanto hambre después
de varios años de estudios para al final terminar sin apenas trabajo porque no
hay ofertas suficientes para todos de lo saturado que está el mercado en
abogados y del poco dinero que tiene la gente cuando le toca pleitear en las
conflictivas épocas de crisis económica (aunque con ello se multipliquen las
demandas judiciales), están tan desmotivados, son tan torpes por falta de
experiencia ( sobretodo los designados de oficio), y en general suelen hacer
mal su trabajo, aparte del agravante de la lentitud de la justicia, muchos de
los cuales no les queda otro remedio que burlar la propia ley tratando de
facturar en negro y en efectivo sin control bancario todo lo posible, para
ahorrarse todos los impuestos posibles. Otro tema son los bufetes que han
conseguido hacerse con una buena cartera de importantes y poderosos clientes a
quienes defender sus intereses frente a la justicia, que son los que ganan buen
dinero en ese suculento negocio de los pleitos. Así está nuestro país en cuanto
a letrados, muy saturados, cuando en comparación con jueces y fiscales ocurre
al revés: en los países más adelantados de Europa, nos doblan en jueces y
fiscales (y en algunos casos más que esto), en comparación con España,.....y
eso con el agravante que tenemos una justicia muy lenta, con más demandas a
atener de las que pueden absorber los jueces y fiscales (y que encima ni están
motivados para trabajar y rendir de un modo mínimamente decente), y al mismo
tiempo con la contradicción de que nos sobran abogados en un mercado
sobresaturado de letrados, como es el español. No es de extrañar que la
justicia española, no sólo sea lenta y que en muchos casos se tarden largos
años en conocer las sentencias o resoluciones (de casos de los cuales en
muchísimas ocasiones ni siquiera se leen los expedientes ni se investigan las
pruebas), con lo cual cierto famoso alcalde andaluz dijo una vez ( y con toda
razón), que "la justicia es un cachondeo", porque acaba siendo
cualquier cosa, menos "justicia".
Cada país tiene su forma de designar a sus jueces, a los que
teóricamente se les exige unos estudios de Derecho, de diversidad de materias
jurídicas, y de leyes muy profundos y complicados, que les lleva mucho tiempo
memorizar, y que por ello una vez conseguida la plaza en las oposiciones que
logran aprobar se apegan al puesto y a los privilegios que ello comporta, ya
que al ser el poder judicial un poder separado, nadie lo controla, a pesar de
que exista esa cosa extraña que se llama "Consejo General del Poder
Judicial" que teóricamente es el órgano de administración y control de los
jueces, cuando en realidad es un organismo corporativo para salvaguardar los
privilegios del gremio de los jueces. En este mundo cerrado de los jueces incluso
existe el nepotismo, ya que muchos jueces son familiares de otros jueces (basta
ver, por ejemplo, el caso del Tribunal de Cuentas), y tal como está el país con
montañas de papeleos con demandas que necesitan resoluciones judiciales, plazas
de jueces siempre faltan, ya que como ratio en el resto de los países más
avanzados de Europa hay más del doble de jueces por habitante que en la propia
España como ya señalé antes ( otro tema es que España es un país con muy
escasos recursos económicos para poder mantener tribunales, con todos sus
gastos administrativos y de mantenimiento, así como pagar a la tropa que lo
componen: jueces, secretarios, fiscales, procuradores, médicos forenses, peritos
judiciales, policías custodios, administrativos,
subalternos, etc..., lo que unido a un sistema gremial y corporativista que se
auto-corrompe, al final a todos los ciudadanos nos causan pavor las salas de
justicia y los jueces, tanto por la excesiva lentitud (muchos casos judiciales
tardan años en pronunciarse resolución o sentencia) como para que al final la
sensación es que en vez de justicia se ha terminado administrando injusticia (
y encima lenta y de mala manera). Por eso mismo se entiende la famosa maldición
de la gitana: "tengas muchos pleitos y lo ganes", porque la
administración de la justicia lo más probable es tener la mala suerte de que la
administren del peor tipo de gente que se pueda encontrar, corrompida,
marcitada y quemada en sus propios privilegios corporativistas. Como aparentemente nadie controla su trabajo y
su productividad, y aparentemente ningún juez crítica o cuestiona lo que hace o
decide otro juez, el sistema gremial y corporativista de justicia por sí mismo
acaba por convertirse en algo perverso y degenerativo: ya que cada cual trabaja
como le da la gana, y al ritmo que le apetece, fijando las reglas del cargo el
que es juez titular como le conviene, es decir de la forma más cómoda posible,
que acaba degenerando en gandulería y más con el paso de los años. Esos cargos
vitalicios a cargo del Estado, que no tienen que competir en nada, salvo
procurarse cada vez mayores comodidades y privilegios, hace del gremio de
jueces una casta aparte formada por individuos que acaban por creerse por
encima de los demás, dotados de una absurda y estúpida soberbia así como un
sentido de la superioridad de clase innata, que hace que se crean y sientan por
encima del resto de los ciudadanos al disponer de un enorme poder que no
controlan el resto de los poderes del Estado, ya que el poder legislativo y
ejecutivo emana de una elecciones democráticas, mientras que el de los jueces
es un poder corporativista de por vida, pero que mantienen el resto de los
ciudadanos con sus impuestos. Eso hace que esos jueces al sentir que tienen una
especie de poder absoluto e inviolable, puedan tener un trato prepotente y de
menosprecio, casi ofensivo, muchas veces antipático y mal educado contra el
resto de los ciudadanos hacia quienes no tienen sensibilidad y los consideran
simples expedientes que ni tan siquiera se molestan en leer para saber quién es
quien, y ni tan siquiera tienen sentido de la ética o humanidad, incluso contra
el resto de letrados o funcionarios judiciales que ejercen tareas
administrativas o subalternas. Eso hace
que dentro del gremio se forme una solidaridad ciega con el resto de los
compañeros jueces que forman ese clan o casta aparte, que se sienten como
elegidos como si fuera por decisión divina o algo parecido y en la que ellos
marcan sus propios valores y pautas a aplicar en los juzgados, lo que
inevitablemente con esos defectos de casta hace que la ciudadanía cada vez se
sienta más distanciada de esta extraña casta judicial, que más que no servir y
solucionar problemas ciudadanos de pleitos y cualquier otro derecho lesionado,
lo que hacen es formar como una especie de aristocracia aparte con privilegios
que recuerdan a cualquier especie de monarca absoluto, que sólo procuran y se
tapan en sus propios privilegios de casta corporativa y gremial, y que viven
muy bien a expensas del resto de los ciudadanos.
Naturalmente que jueces, fiscales, secretarios judiciales y
demás miembros del gremio de la judicatura son todos ellos funcionarios que se
pueden corromper y comprar con dinero de intereses lesionados por cualquier
caso ( sobornos ). Igual indirectamente pueden estar sometidos a presiones de
cualquier lobbie, grupo o individuo lo suficientemente poderoso. Incluso pueden
dejarse influencias mucho por el poder político, muchos jueces o magistrados de
los cuales, les deben el privilegio del puesto. La justicia no es igual para todos, y como
dijo alguna vez alguien: lo que pasa es que unos son más "iguales"
que otros. Y al final la sentencia acaba siendo según la loteria de mejor o
peor juez que haya tocado, interpretando las leyes a sus conveniencias, ya que
la misma ley puede tener lecturas distintas según el color de las gafas con que
se lea, y es por eso que a veces se habla de "jueces conservadores o
progresistas", como las etiquetas que le ponen según su reconocida ideología
(que otro tanto pasa con los letrados, que pueden estar bastante influenciados
por la ideología en un oficio que se precisa ser muy imparcial y estar para la
defensa de los clientes a cualquier precio).
Y sus sueldos suelen ser bastante escandalosos: desde la
categoría más baja de juez ( el de primera instancia e instrucción, hasta los
magistrados de las distintas salas del Tribunal Superior de Justicia de cada
comunidad autónoma, pasando por cada uno de lo los jueces o magistrados
designados a cada Juzgado según los habitantes del lugar o Audiencia
provincial, o que simplemente sea juez de vigilancia penitenciaria, que suelen ser de entre por encima de los 2000
euros netos a por encima de los 4000 euros netos mensuales, dejando aparte
sustanciosos complementos y demás pluses, con lo cual son del gremio de
funcionarios con las mayores pagas, y no en vano el presidente o presidenta del
Tribunal Constitucional es el funcionario más pagado del reino ( cobran por
millones de las antiguas pesetas por mes), y no sólo cuánta más edad más
cobran, sino que además cuanto más alto es el cargo, más cobran y menos
trabajan ya que todos acaban quemados y marchitados de tanto privilegio y tanta
gandulería que cada vez les pudre más, con todo lo que supone de tomadura de
pelo para el ciudadano que los mantiene con sus impuestos. Por eso hace falta
que de cada funcionario judicial, sea juez, fiscal o secretario, se pueda
conocer cuál ha sido su trabajo, su rendimiento, los casos que ha resulto, las
horas que ha dedicado a las tareas instructoras, la productividad, etc...., con
toda transparencia, como se hace en la empresa privada, para poder apartar a
aquellos que no se ganan el sueldo como deberían y son muchísimos más de lo que
imaginamos.
Y tampoco el Fiscal General del Estado debería de nombrarlo
el gobierno, ya que esto resta imparcialidad sobretodo cuando afecta a personas
aforadas: diputados, ministros, etc..., como tampoco debería de haber la
condición de aforado y todos deberían de juzgarse como cualquier otro ciudadano
en caso de cometer un delito o estar imputado en alguna denuncia. Parece que
casi con ese horrible disfraz que llaman toga con puñetas, y con el que ejercen
su particular tragi-comedia, se sienten por encima de los demás, con poder
absoluto e indiscutible, inviolables, sintiendo que la ley son ellos ( y a sus
conveniencias, claro) y sólo por debajo de lo divino, pues no se libran ni de
enfermedades, ni de riesgos, ni de la muerte. Así es esa casta, y hay que terminar
con todos sus privilegios, para que sean lo que realmente han de ser:
funcionarios elegidos por la sociedad, con la suficiente preparación, y para
estar al servicio de la sociedad, y no sólo calentar un sillón de poderoso e
incontrolable.
Cada país tiene su propio proceso de designar los jueces y
fiscales, haciéndoles pasar por complicados filtros clasificatorios, pero creo
que el más adecuado es el sistema judicial de Estados Unidos, en el cual los
jueces y fiscales son elegidos por los ciudadanos en una elecciones cada
determinado tiempo, con lo cual tienen que rendir cuentas de su gestión y ser
muy transparentes. Otro tema aparte es el rígido código civil y penal
estadounidense, y sus mayores índices de criminalidad, en comparación con el
código civil y penal español, mucho más suave y más propicio a dar segundas
oportunidades a los delincuentes para volver a integrarse socialmente. Habría
que hacer una reforma del sistema judicial en el que quienes quieran un puesto
de juez o fiscal, tendrán que demostrar sus talentos, sus aptitudes, su
sensibilidad, su conocimiento de las leyes y los problemas sociales, su
honestidad, su sentido común, y su capacidad para ejercer el servicio público.
Porque si no lo hacemos así, cualquier corrupto de mala fe puede ser juez, y
acaba convirtiéndose para todos los ciudadanos un parásito inútil muy caro de
mantener hasta que se jubila con una pensión de oro, mientras los problemas
ciudadanos de derivados de derechos lesionados se van extendiendo y sin que la
justicia les pueda dar la respuesta o solución que merecen. Hace falta terminar
con los cargos vitalicios, tanto entre jueces, fiscales, secretarios y hasta
miembros policiales, para sustituirlos por un sistema de elecciones para los
cargos cada determinado tiempo, haciendo propuestas a los ciudadanos y
rindiendo cuentas a los propios ciudadanos sobre la tarea hecha, como ocurre en
Estados Unidos. Así España ganaría en mayor transparencia, y se quitarían de
los puestos judiciales a los inútiles parásitos que no cumplen bien, ni rinden
lo suficiente con lo de ganarse los honorarios.
También dentro de la reforma cabría la enseñanza en las
escuelas primarias y secundarias, sobre preceptos de los códigos civiles y
penales, para que los futuros ciudadanos tuvieran alguna idea de a lo que se
exponen y lo que es posible que se le caiga encima, por ejemplo, en los casos
de divorcio, o en los casos de cometer cualquiera de la diversidad de delitos.
No obstante tampoco parece correcto el hecho de que para los contribuyentes el coste de un preso,
sea nacional o extranjero, sea mucho más (y con gran distancia) que el coste de
subvencionar a un desempleado, y algo hay que hacer en ese sentido: que los
propios presos generen los gastos de su propia mantenunción, y que los presos
que sean extranjeros sean completamente expulsados, y en caso que no lo acepten
en sus países de origen, dejados abandonados a su propia suerte en algún lugar
que se pueda considerar como "tierra de nadie", como podría ser
alguna isla despoblada, lo cual contribuiría mucho a hacer bajar los índices de
delincuencia y criminalidad, aparte de los elevados costes que han de soportar
los contribuyentes.
Esos son algunos de los cambios que hacen falta en el ámbito
judicial español.